martes 29 de abril de 2025 - Edición Nº 29.188

Información General | 12 nov

"Me despertaron los gritos de una pareja teniendo sexo en la entrada de mi casa": extienden el horario del descontrol en La Casona

El lugar funciona con la filosofía del "sexo, droga y rock and roll", y ahora sumó a su estruendosa música (que suele sonar muy por encima del nivel autorizado) el alargamiento de cada fiesta hasta bien entrada la mañana. Ayer mantuvo los decibeles al tope hasta las 07.00 de este sábado, y luego permanecieron decenas de borrachos molestando a los vecinos.


Mariel Fernández Calvo vive en las inmediaciones del boliche "La Casona", y lo describe como "un antro que funciona como local bailable hasta cualquier hora de la mañana, entre peleas callejeras, gritos y la música superando el límite de cualquier ciudad medianamente civilizada".

Cada vez más vecinos de esa zona (el "antro" está en 44 entre 10 y 11) se mudan hasta el domingo a los de familiares o familias cercanas.

Ni la Provincia ni el Municipio ponen límites a los dueños del lugar, a quienes incluso los vecinos temen y describen como "barrabravas" y "gente pesada".

Más allá de ser o no violentos, lo que sí tienen esos comerciantes sin escrúpulos son contactos fluidos para lograr la impunidad que exhiben cada fin de semana. Tienen toda la que necesiten para ganar dinero a más no poder. Incluso como comenzaron a hacer desde un ar de fines de semana atrás: alargan cada noche/madrugada/mañana hasta las 07.00 ó 07.30 hs. aunque los vecinos y vecinas tengan que vivir situaciones como la que describió Mariel. 

"Toda la noche me la pasé tratando de conciliar el sueño con la música a todo lo que da y los ruidos de las motos y las bocinas. Mis hijas suelen no sentir el sonido de la música, pero esta mañana la más grande de ellas se metió en mi cama y me dijo que había alguien pagándole a una chica en el pasillo de entrada a mi vivienda", contó a este medio en horas de la tarde del sábado.

"Abrí la puerta y encontré a un pibe de unos 20 años teniendo sexo con una chica de menos edad, y ya eran las 7 de la mañana. Todavía sonaba muy fuerte la música del boliche, y como siempre la policía y Control Urbano brillaban por su ausencia", agregó la vecina que contó otro relato salvaje sobre "La Casona". Es uno sólo de una extensa lista, aunque parece que nadie piensa tomar cartas en el asunto, por ahora. 

El relato continúa: "Llamé a Control Urbano y al 911 para pedir que alguien frenara al flaco, que encima no entendía lo que quería decirle: que se fuera de mi casa, de mi entrada. Y me fui al boliche a hablar con algún dueño. Todas las personas que vi desde la puerta de mi domicilio hasta la entrada a La Casona, incluso los que se presentaron como responsables del boliche pasadas las 7 de la mañana y mientras seguía el descontrol, se veían drogados o alcoholizados. Me di cuenta enseguida que era en vano intentar dialogar con alguien medianamente sobrio. Volví a mi casa con ganas de llorar, muy angustiada". 

En Info Blanco Sobre Negro ya publicamos varias notas sobre lo que la vecina califica como "antro".

Incluso contamos sobre los vecinos del edificio que estaba siendo usado como centro de venta de choripanes a taxistas, borrachines y "drogones", a cualquier hora y, para desgracia de los vecinos, con gran convocatoria.

El choripanero se retiró unos metros de ese lugar. Fue la primera vez en años, según la gente del barrio, que reciben una buena noticia sobre La Casona. Y era una pavada.

Un abogado que residen en la zona fue a Control Urbano a presentar el caso, y le dijeron que cuando escuchara la música alta, hiciera ante un escribano un acta para que quede constancia, y lo mismo para los días en que se extienden las fiestas. "Sentí que mes estaban cargando y que ahí hay algo muy grande que nadie quiere desarmar", comentó.

Ahora piensan organizar "una actividad de protesta" y sospechan que si no interviene algún estamento oficial, la impunidad de la que gozan los dueños del boliche va a lograr expulsarlos del lugar donde viven, o para peor, va a terminar en una tragedia.

Como la vez en la que fuimos a entrevistar a unos de los propietarios y un patovica golpeó al cronista de este medio con un cajón de cervezas, el diálogo se puso tenso y tuvo que retirarse con amenazas y burlas de un adulto de unos 40 años, desprolijo, que se presentó como "uno de los dueños" y prometió "cagar a palos" a quien proteste los ruidos.

"El que tiene problemas puede mudarse", lanzó aquella vez, rodeado de sus hombres de seguridad y visiblemente afectado por el consumo de alguna sustancia. 

 

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