En la antesala de la Navidad, recogemos la historia de San Nicolás, un obispo que nació en el siglo IV y quien se convirtió en la base de la figura de Papa Noel.

Hacia el año 270, o 280 según algunos estudios, nació en la provincia de Lycia (Turquía) un niño llamado Nicolás, hijo de padres cristianos y de buen pasar económico, que al poco tiempo quedó huérfano a causa de una epidemia que acabó con la vida de sus progenitores y recibió una considerable herencia. 

Luego de entregar toda su fortuna a los pobres, Nicolás entró al monasterio de Sión y fue ordenado sacerdote a los 19 años por su tío, el arzobispo de la ciudad de Myra (Demre, Turquía). 

Al poco tiempo de lo mencionado en el párrafo anterior falleció el tío de Nicolás y los presbíteros no llegaban a un acuerdo sobre quien debía hacerse cargo de aquella comunidad, por lo que decidieron que la primera persona que entrase al templo. Y ese fue Nicolás.  De esta forma, se convirtió en el arzobispo de Myra. 

No obstante, el joven tenía pensado otra cosa para su vida. Quería viajar a la Tebaida, una región de Egipto, y llevar una vida de mayor soledad y oración.

Entre los años 303 y 305 los cristianos del Mediterráneo oriental fueron perseguidos por orden del emperador Dioclesiano (284-305), momento en el cual Nicolás fue detenido, encarcelado y atormentado, quemándosele la barba. Con la llegada de Constantino, el arzobispo de Myra fue detenido. 

Según narran distintas historias recogidas en el siglo IX, San Nicolás destacó por su caridad hacia los más necesitados y por su preocupación por los más pequeños, al punto de ser conocido como el obispo de los niños. 

Por último, a Nicolás se le atribuyeron varios milagros, Entre estos está el de los tres hermanos, que comienza cuando el santo se quedó una noche en una posada de camino a Nicea. Tras quedarse dormido soñó que tiempo atrás en esa misma hostería se había alojado tres hermanos, hijos de una familia rica que los había enviado a Atenas a continuar sus estudios. 

El posadero, cegado por su ambición o, según algunas versiones, por la hambruna de aquel tiempo, mató a los jóvenes y ocultó sus trozos en salmuera para irse deshaciendo de ellos poco a poco a medida que los servía en el menú de sus clientes. 

Luego de despertarse, Nicolás se dirigió hasta donde estaba el posadero y le obligó a confesar su crimen, llevando al santo hasta el barril donde estaban los chicos. El obispo se inclinó y tras hacer la señal de la cruz los tres hermanos volvieron a la vida. 

Fuente:"Breve historia de la navidad", de Francisco José Gómez Fernández