Información General | 18 jun 2023
Aseguran que el problema para la salud "no está en las antenas de telefonía" sino en los celulares "que usamos todo el día"
Info Blanco Sobre Negro dialogó con el médico Osvaldo Spinelli y el ingeniero Miguel Staiano.
Por: Federico García
Dos especialistas dialogaron con este medio sobre el impacto para la salud de las antenas de telefonía. Se trata del médico Osvaldo Spinelli y el ingeniero Miguel Staiano.
En primer lugar, vale destacar que la radiación es un término amplio que se puede definir como energía propagándose, que puede ser poca o mucha y con base en su energía se pueden ordenar en el denominado espectro electromagnético, donde están todas las formas de radiación: las no ionizantes y las ionizantes.
Las ionizantes son aquellas que tienen mucha energía, suficiente para interactuar con los átomos de las moléculas, arrancarles un electrón y de esa manera ionizar, lo que causa daño en las células. No obstante, vale destacar que es una cuestión de dosis porque, según le detalló el doctor Osvaldo Spinelli a Info Blanco Sobre Negro, “dentro de las ionizantes están los rayos x y los rayos gama, que se utilizan para aplicaciones médicas”.
“Es decir que tiene dos caras, por un lado el beneficio para la salud pero también ciertas implicancias cuando actúa en dosis exageradas”, agregó el profesor titular de la Cátedra de Informática Médica en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata.
Por otro lado, las radiaciones no ionizantes van desde la ultravioleta UV, pasando por los rayos de la luz visible, los infrarrojos, las microondas y las ondas de radio. Estas últimas no tienen energía para desprender un electrón de un átomo, por lo tanto no pueden ionizar y a las células le hacen algo parecido a lo que pasa cuando se pone la comida en el microondas.
“Como casi el 70 a 80% de nuestro cuerpo está compuesto por agua los campos electromagnéticos de radiofrecuencia hace vibrar a las moléculas de agua”, graficó el docente.
“La principal fuente de radiación es el sol, que emite en las distintas frecuencias del espectro electromagnético. Sin radiación no ionizante no podríamos vivir porque no tendríamos sol, la fotosíntesis no se podría realizar, no podríamos ver porque necesitamos de la luz visible, no se podría escuchar radio ni ver televisión ni usar celulares”, manifestó Spinelli, y las separó en dos fuentes: naturales y antropogénicas, provocadas por el ser humano.
“En una casa promedio podés llegar a tener veinte aparatos distintos que generan radiación electromagnética: el celular, el smart TV, el microondas, el teléfono de línea inalámbrico, el bluetooth, las computadoras, las tablets. Vivimos en un ambiente electromagnético y todos nuestros procesos fisiológicos de las células se manejan por modificaciones de los iones dentro o fuera de las células, pequeñas cargas eléctricas que generan campos magnéticos y eso te genera campos electromagnéticos. O sea que nosotros mismos, en dimensiones que no se pueden detectar fácilmente, generamos campos electromagnéticos”, detalló el jefe del Departamento de Informática Médica y Telemedicina.
Efectos en la salud
Al respecto, Spinelli destacó que “es cuestión de dosis”, y frente a la pregunta de si causa algún impacto en la salud la radiación electromagnética de radiofrecuencia respondió que sí.
“Hay dos tipos de efecto que están demostrados. Uno térmico, el único reconocido como efecto de radiaciones no ionizantes, que se siente cuando usamos el celular cerca de la cabeza y eso produce vibración de las moléculas de agua que hace que aumente la temperatura”.
El otro efecto es el no térmico, el más difícil de probar y en el que la persona que tiene exposición a la radiación electromagnética de radiofrecuencia no sufre aumento de la temperatura, pero sí puede sentir zumbidos, imposibilidad de concentrarse o incluso pérdida de memoria.
“Antes se llamaba síndrome de hipersensibilidad electromagnética y ahora intolerancia ambiental idiopática asociada a campos electromagnéticos, pero como aparece la palabra idiopática a muchos no les gusta porque quiere decir que no se conoce la causa, entonces algunos proponen cambiarle el nombre y ponerle síntomas asociados a factores ambientales, más abarcativo”, sostuvo Spinelli, y resaltó que el problema de esto es demostrarlo.
Por otro lado, vale destacar que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer clasificó a todos los factores relacionados con esta enfermedad en cinco grupos: el uno, el agente es cancerígeno para los humanos; el dos lo divide en 2A, probablemente cancerígeno, y 2B, posiblemente cancerígeno; el 3, el agente no es clasificable en cuanto a su carcinogenisidad en humanos; y 4, el agente probablemente no sea cancerígeno para los humanos
“Las radiaciones las pusieron en el 2B, posiblemente causen cáncer, en el año 2011, y es lo que altera mucho, pero hay muy pocos casos de asociación con esta enfermedad”, recalcó el docente.
“Hay que demostrar que la radiación fue la responsable y hasta ahora hay un sólo caso, en Italia, y en el cual se sentó jurisprudencia. Un empleado de una empresa de telefonía que trabajaba todo el día con su teléfono celular, horas y horas durante años, y desarrolló una neoplasia del nervio auditivo. Le hizo juicio a la empresa y lo ganó, pero como compensación obtuvo una jubilación mínima”, recordó Spinelli, y agregó que por eso “se legisla bien la exposición a estas radiaciones y los celulares tienen un manual donde se lee qué tasa de absorción de energía tienen”.
De acuerdo al especialista de la UNLP, hay casos de desarrollo de neoplasis y fallas en la fertilidad masculina, y por eso aconseja no llevar el celular en el bolsillo, cerca del corazón o en la cintura.
Además, el médico puso especial foco en los niños y bebes, y recordó que la Asociación Americana de Pediatría aconseja limitar su uso y hacerlo bajo control, “porque el niño está en desarrollo y la radiación que le llega con el celular es mayor que la que le llega a un adulto”.
“Por eso la recomendación es usar poco el teléfono celular, tenerlo lejos del cuerpo, usar el manos libres y no dárselo a los chicos más pequeños”, especificó el profesor universitario.
Por último, Spinelli refirió que junto a su equipo de trabajo llevaron adelante un estudio con cráneos humanos de distintos espesores, donde se colocó un teléfono del lado de afuera en contacto con el hueso y del lado de adentro el aparato de medición para ver cuánta energía electromagnética llega al interior del cráneo, obviamente sin tejidos.
“Queríamos ver el grado de atenuación que causaba el espesor óseo, la conclusión fue que cuanto más grueso era el cráneo mayor era la atenuación o cuanto más delgado era el espesor óseo mayor campos electromagnéticos llegaban, lo cual te explica en parte el tema de los chicos, donde el hueso es más delgado y el cerebro está en desarrollo”, señaló el doctor.
¿Y las antenas?
Este medio también dialogó con el ingeniero en telecomunicaciones Miguel Staiano, que en primer lugar comentó que “la radiación que emiten las antenas no es como la de Fukushima o Nagasaki sino que son no ionizantes, y hay que tenerlo en cuenta porque cuando se dice radiación hay algo psicológico que te pega muy fuerte y sobre todo con respecto a las antenas”.
“Hay un impacto visual muy grande sobre las antenas de las estaciones base y la gente dice 'esa antena gigante', cuando no lo es, sino que a ésta la sostiene un poste y miden como máximo un metro cuarenta”, detalló Staiano, y agregó que “son un panel que tiene un lóbulo de radiación, es decir que ilumina como una linterna, y normalmente las empresas ponen tres para cubrir los 360 grados.
“La telefonía celular es un sistema bidireccional entre los teléfonos y las antenas de las estaciones base, que normalmente están lejos de los usuarios, y esa radiación que emite depende del cuadrado de la distancia, es decir que si yo tengo una antena que está a cien metros su radiación va a disminuir cien mil veces. En cambio, mi celular, que se comunica con la estación base, lo tengo al lado de mi cuerpo”, completó el ingeniero.
“Una antena que emite a máxima potencia lo hace a dos mil watts y el celular puede llegar a emitir dos, pero dos mil dividido diez mil es 0,2, que es lo que le llega a la persona, mientras que el celular está emitiendo en dos”, agregó el especialista, y destacó que si bien las personas se preocupan más por las antenas hay que fijarse más en el celular.
“¿Cómo nos protegemos? Poniendo estaciones base como corresponde, como fue diseñada la telefonía celular, porque los celulares tienen un control automático de potencia para que dure más la batería y cuando lo prendes emite a máxima potencia buscando una estación, una vez que la encuentra empieza a bajar la potencia hasta la mínima indispensable para sostener ese enlace. Eso para que dure la batería, si hay estaciones de base porque hay celulares tiene que funcionar así, la gente normalmente no quiere estaciones base pero entonces que tampoco use celulares porque el celular va a buscar siempre la estación base buscando potencia”, especificó Staiano.
Por último, el ingeniero se refirió a lo que hay que hacer para instalar una antena. En primer lugar, hacer un cálculo predictivo a máxima potencia de la antena para saber cuáles son los límites; después hay que hacer una medición con un instrumento de base antes y después de poner la antena para comparar; y por último, que las normativas que regulan la actividad estén a disposición de los ciudadanos.